No protejan la cultura, por favor

Las consecuencias de aplicar los principios del "copyright" a las tecnologías digitales son nefastas. Así lo expone claramente el libro "Free Culture" ("Cultura Libre").

Es muy probable que estos días hayas oído frases como “hay que proteger a la cultura, o desaparecerá” (la cultura humana ha existido miles de años sin protectores y no le ha ido tan mal) o “los creadores tienen sus derechos” (como si todos nosotros no fuéramos también creadores). Por desgracia, muchos de los que hacen estas afirmaciones en los medios de comunicación, o lo hacen por interés propio, o lo hacen sin conocimiento del tema.

A los segundos, y a cualquiera que esté mínimamente interesado en el tema (que deberíamos ser todos), habría que exigirles que, como mínimo, hagan una lectura del libro  de Lawrence Lessig “Free culture” (“Cultura libre” en español, traducido por Antonio Córdoba de Elástico):

Free culture 

Curiosamente, el título en inglés puede traducirse también como “Liberad la cultura”; no es una casualidad. El subtítulo reza “Cómo los grandes medios usan la tecnología y las leyes para encerrar la cultura y controlar la creatividad”.

Es un libro fácil de leer, entretenido, aclarador y, por supuesto, cualquiera es libre de usarlo como desee siempre que no sea con propósitos comerciales y que se cite al autor.

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Google y sus patentes: ¿malas noticias para la usabilidad?

Las patentes de diseño en la web, como la conseguida por Google en los últimos días, pueden ser negativas no sólo para los responsables de sitios web sino también para todos los usuarios que las utilizamos.

Leía la semana pasada en Menéame que Google ha conseguido la patente del diseño de su home (página inicial). Mucho se ha escrito ya sobre las patentes (los casos del software y los medicamentos son, valga la expresión, “sangrantes”), aunque podríamos decir como resumen que, si bien en teoría existen para proteger las ideas originales y a sus creadores, en la práctica se convierten en un obstáculo a la innovación:

La creencia que sustenta la necesidad de las patentes y los derechos de autor es que, si no se les da una protección, el creador no va a innovar. “Pero debería ser algo obvio que es la competencia, y no el monopolio de ideas, lo que sustenta la creación”, añade el economista.

El problema añadido es que, en este tipo de patentes, existe un factor negativo más, y es el que afecta a la usabilidad de las aplicaciones web.

 Esquema de la página inicial de Google

Es innegable que muchos de los estándares de facto en Internet provienen de ciertos portales representativos como son Amazon, Ebay y, sobre todo, Google; si un diseñador tiene que crear un sitio web de comercio electrónico, de subastas, o un buscador esas son sus referencias, y antes de crear una interfaz totalmente nueva seguramente se inspirará (cuando no copie directamente) esas otras páginas.

Esto tiene como efecto positivo (si no es la causa) que los usuarios ya saben cómo utilizarlas, y no necesitan aprender cómo funciona cada una de ellas, para lo cual probablemente no tengan suficiente tiempo y/o interés.

Pero ¿qué ocurre si Google y otros sitios web empiezan a patentar y a hacer valer sus derechos sobre esos diseños? Los responsables de sitios web similares podrán optar por pagar los correspondientes derechos por utilizarlos, o bien tendrán que crear una interfaz totalmente distinta. Y esas son las malas noticias: cada sitio web tendrá entonces un aspecto y/o funcionamiento diferentes, y los usuarios tendrán que aprender cómo funciona cada uno de ellos.

Teóricamente esas nuevas interfaces podrían ser mejores que las existentes, pero pocas veces las mejoras se consiguen a través de una ruptura radical con lo existente sino que habitualmente provienen de mejorar lo que ya funciona.

Parece, pues, que en este caso los efectos negativos de las patentes no serían únicamente para los desarrolladores sino también para los usuarios, es decir, todos nosotros.

¿Cómo nos afectarán en la práctica esas patentes?

Un acuario y un reto para el Día Mundial de la Usabilidad

La usabilidad tiene que ayudar a que un dispositivo con más funcionalidades no se haga terriblemente complejo; aquí tenemos un ejemplo.

Hoy jueves, 13 de noviembre, se celebra el Día Mundial de la Usabilidad (que este año está especialmente dedicado al tema del transporte). ¿Qué es usabilidad? Existen diversas definiciones más o menos formales, pero en pocas palabras es lo fácil (o difícil) que es usar un determinado producto tecnológico. Es una disciplina que se suele referir a las interfaces software (sobre todo a la tecnología web), pero que se puede aplicar en muchos casos. Por ejemplo, en un acuario

Mi acuario 

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Esto es el progreso

A menudo se dice que lo importante de lo que aprendes en la universidad no son los conocimientos técnicos concretos (esos que, sobre todo en informática, se convierten en obsoletos en cuestión de meses), sino una disciplina de trabajo, una…

A menudo se dice que lo importante de lo que aprendes en la universidad no son los conocimientos técnicos concretos (esos que, sobre todo en informática, se convierten en obsoletos en cuestión de meses), sino una disciplina de trabajo, una base amplia de cultura, la experiencia…

El progreso, en una pizarraYo me quedo con unas pocas frases pronunciadas por los profesores, de esas que en el momento parecen triviales pero que tienen ocasión de volver a la memoria años después, acompañadas de un “pues sí que tenía razón, sí”.

Una de ellas fue durante una clase de Josep Miró Nicolau (catedrático emérito de la UIB y premio Ramon Llull de la Comunitat Autònoma de les Illes Balears), al que tuve como profesor de Inteligencia Artificial en diferentes años de mi Ingeniería en Informática; su mérito fue dar la mejor definición de progreso que conozco.

Durante una de sus clases, intentó escribir algo en una pizarra para apoyar su explicación. La pizarra consistía en uno de esos paneles blancos de plástico sobre los que se escribe con rotulador y, como suele ocurrir, el rotulador apenas tenía tinta. Lo intentó con un segundo rotulador de diferente color, pero tampoco escribía demasiado bien. Después de un tercer intento con otro color, sin éxito, se giró hacia nosotros, y nos dijo con tono resignado:

“¿Véis? Esto es el progreso. Antes escribíamos bien, pero con un único color. Ahora escribimos mal, pero con muchos colores.”