A menudo se dice que lo importante de lo que aprendes en la universidad no son los conocimientos técnicos concretos (esos que, sobre todo en informática, se convierten en obsoletos en cuestión de meses), sino una disciplina de trabajo, una base amplia de cultura, la experiencia…
Yo me quedo con unas pocas frases pronunciadas por los profesores, de esas que en el momento parecen triviales pero que tienen ocasión de volver a la memoria años después, acompañadas de un “pues sí que tenía razón, sí”.
Una de ellas fue durante una clase de Josep Miró Nicolau (catedrático emérito de la UIB y premio Ramon Llull de la Comunitat Autònoma de les Illes Balears), al que tuve como profesor de Inteligencia Artificial en diferentes años de mi Ingeniería en Informática; su mérito fue dar la mejor definición de progreso que conozco.
Durante una de sus clases, intentó escribir algo en una pizarra para apoyar su explicación. La pizarra consistía en uno de esos paneles blancos de plástico sobre los que se escribe con rotulador y, como suele ocurrir, el rotulador apenas tenía tinta. Lo intentó con un segundo rotulador de diferente color, pero tampoco escribía demasiado bien. Después de un tercer intento con otro color, sin éxito, se giró hacia nosotros, y nos dijo con tono resignado:
“¿Véis? Esto es el progreso. Antes escribíamos bien, pero con un único color. Ahora escribimos mal, pero con muchos colores.”