Hace poco la consultora Forrester ha publicado dos informes sobre el uso de los RSS en marketing en los que, además de otras consideraciones, destaca el bajo nivel de utilización que esa tecnología alcanza entre los usuarios de Internet: en Estados Unidos, sólo el 2% de los adultos con acceso a la red utiliza esa tecnología (el porcentaje sube al 5% entre los jóvenes de 12 a 21 años). Y no hay motivo para pensar que el porcentaje sea mayor en otros países.

No obstante, es interesante destacar que el artículo de su blog que presenta estos informes ya avisa de que estos porcentajes no incluyen a los usuarios que utilizan la tecnología RSS sin saberlo (por ejemplo, en las páginas personalizadas de Mi Yahoo! o de iGoogle). Y es que creo que esa es una de las claves para la popularización de los RSS. ¿Necesitan realmente los usuarios saber qué tecnología es la que les permite estar informados de los cambios en sus páginas favoritas?

Una revolución pendiente

Los RSS son una de esas tecnologías que todavía no han dado el paso desde los usuarios con mayores conocimientos técnicos hacia el gran público. Los que los utilizamos a diario y conocemos sus ventajas nos preguntamos a menudo por qué no están tan extendidos entre la gran masa de usuarios.

Probablemente una de las claves esté en lo comentado anteriormente: todavía son presentados de un modo muy técnico, y muchos usuarios desconocen exactamente qué es ese icono naranja que aparece en tantas páginas o qué significan términos como “feed”, “RSS” o “agregador”, y mucho menos cómo utilizarlos y aprovecharse de sus ventajas. En la mayoría de ocasiones “agregar” o “subscribirse” a un feed implica una serie de pasos y elecciones que la mayoría no están preparados o dispuestos a completar.

Esa es la revolucion que está pendiente: muchos sitios web ya han reconocido su utilidad y publican un feed con los contenidos más recientes; ahora queda que los usuarios se den cuenta de todo lo que esa tecnología puede facilitarles la vida, y su consumo se convierta en algo totalmente extendido. ¿Qué pasos pueden llevar a ese objetivo?

• Evitar la terminología técnica. El funcionamiento de los feeds debería explicarse de un modo sencillo para conseguir que sean ampliamente comprendidos y utilizados (algo que intenté comparándolos con folletos en METAeuFORiAS), sin necesidad de enfrentarse a un vocabulario técnico que resulta confuso.
• Facilitar el uso de los lectores/agregadores. El hecho de tener que instalarse un software con un propósito que todavía no tienen claro puede ser un impedimento para mucas personas. La integración en portales web como Mi Yahoo! o iGoogle son un paso en ese sentido, aunque todavía no están tan extendidos como podrían.
• Facilitar la agregación de nuevos contenidos. El proceso de subscripción a un determinado feed se simplifica con cada nueva versión de navegador, pero es todavía demasiado compleja, necesita diversos pasos y, lo que es peor, decisiones. Además, el proceso cambia de un navegador a otro.
• Ayudar al descubrimiento de contenidos de interés. Todavía no existe un proceso sencillo que permita utilizar los RSS para encontrar nuevos contenidos de interés; esta labor se realiza todavía a través del navegador y las páginas HTML. Conseguir que las subscripciones ayuden a encontrar otras páginas que resulten interesantes será un avance importante.
• Esperar. Es posible que los usuarios más jóvenes estén más familiarizados con ese modo de acceder a la información. Sin embargo, no facilitar su uso ahora mismo sería perder una oportunidad importante.

Los avances en esos aspectos llevarán a una verdadera revolución en la utilización de los RSS. ¿Ocurrirá? ¿Cuándo?

Otras revoluciones

Otra tecnología que todavía no ha dado el salto a la gran masa de usuarios es la del microblogging (encarnada en aplicaciones como Twitter), que podría estar limitada por estar ligada a un hábito poco extendido todavía como es el acceso a internet desde dispositivos móviles, o al uso de clientes de mensajería menos minoritarios (i.e., diferentes al Messenger de Microsoft).

Y otra gran revolución que todavía está pendiente (y sobre la que ya escribí): la revolución del correo electrónico: un sistema que lleva funcionando básicamente del mismo modo desde hace ya demasiados años, y que utilizamos en muchos casos como organizador central de nuestro trabajo diario; necesitamos más de él.