Aprovecho que hoy he descubierto un nuevo vídeo con una intervención de Eduard Punset en el programa Buenafuente para indignarme públicamente con el trato que recibe Punset y el extraordinario (por bueno y por poco común) programa Redes por parte de TVE, teniendo que soportar que emitan sus programas en la madrugada del domingo, un programa que debería ser paradigma de lo que debe ofrecer una televisión pública, ofreciéndolo a un horario de máxima audiencia y promocionándolo como se merece porque, como diría su director, “oye, es fantástico”. Para compensar, dos Punsets mejor que uno 🙂 :
En el otro extremo de espectro, ando todavía sorprendido por el revuelo que se armó la semana pasada con el final de determinada serie de televisión de nombre entre anatómico y religioso, y que parece más popular por el atractivo físico de los protagonistas que por la propia historia.
En todo caso, aunque no he llegado a ver ningún capítulo de la susodicha, me llamó la atención sobremanera que se anunciara que se habían grabado dos finales (de temporada) diferentes para ella y, lo que resulta todavía más chocante, que al día siguiente se emitiera el final alternativo; intentaré explicar por qué.
Actores de la serie; podemos apostar sin temor a equivocarnos que los menos agraciados físicamente son realmente malvados. (foto de CinemaVip)
¿Qué sentido tiene grabar y emitir dos finales opuestos? Al fin y al cabo, lo que nos engancha de una historia de ficción, sea en televisión, cine o incluso literatura, es que tenemos la ilusión de que es auténtica, de que los personajes existen realmente y tienen su propia personalidad, de que la historia es real. Si, mientras estamos disfrutando de ese relato, no somos capaces de olvidarnos de que es una ficción y no conseguimos vivirlo como real, es que definitivamente algo falla.
Seguro que muchos hemos experimentado cómo se pierde “la magia” en una película en la que se ve un micrófono, o los efectos especiales son demasiado obvios o el argumento es incoherente o, simplemente, no nos resulta creíble.
Y eso es precisamente lo que se consigue con esos “finales alternativos”. Decir que hay dos finales diferentes es golpear en la cara a sus seguidores con el hecho de que es una ficción, de que lo que ocurre es lo que los guionistas desean, y no otra cosa; lo hace tan evidente que la atención se centra en saber qué final habrán elegido los responsables, más que en la propia serie en sí. ¿Qué significa, entonces, afirmar que uno de los dos finales es “el auténtico”?
Sin tetas no hay… horario decente
Volviendo al principio, habría que preguntarse si los programas que se emiten en ese horario son los que demanda el público o los que nos vender. En todo caso, ¡qué pena que para ese horario denigrante no nos ofrezcan una alternativa! ¿Tendrá el bueno de Punset que ponerse implantes?