- El público lanzaría insultos racistas… a los jugadores blancos.
- El tiempo de juego lo controlarían los árbitros con sus relojes de pulsera, “a ojo”. Por una increíble casualidad, los dos primeros cuartos durarían casi siempre 10′ 30″, y los dos últimos cuartos, 11′. El tiempo de posesión vendría dictado por el aburrimiento de los árbitros y por sus ganas de salir corriendo hacia el otro campo.
- Los finales ajustados serían aburridos; el equipo que llevara una mínima ventaja se dedicaría a esconder el balón, lanzarlo a la grada, etc. Si fuera a favor del equipo local, las animadoras aparecerían en la pista interrumpiendo el juego “accidentalmente”.
- El juego tendría que pararse cada 2 minutos para limpiar la pista de escupitajos lanzados por los jugadores. Probablemente los asistentes/limpiadores se pondrían en huelga y dejarían de hacerlo. Aumentarían las lesiones por resbalones.
Imposible encontrar un pie de foto que haga justicia a esta imagen