Una película recién estrenada demuestra que la tecnología suele dar sus mejores resultados cuando se convierte en un factor que mejora la experiencia de usuario, y no cuando se convierte en la principal protagonista.
Hace poco he tenido ocasión de disfrutar de la película “El origen del planeta de los simios“; y digo “disfrutar” porque la película es una agradable sorpresa en un verano normalmente caracterizado por títulos dirigidos al público infantil, y salas de cine dirigidas al público acostumbrado a la climatología polar.
Algunas de las críticas destacan de ella sus efectos especiales, pero el mérito de la película es que estos se integran naturalmente dentro de la historia y la complementan; es decir, la tecnología está al servicio de la historia o, casi podríamos decir, de la experiencia del usuario, y no al revés como ocurre con algunos títulos que seguramente todos tenemos en mente; deberían tomar nota muchos desarrolladores de interfaces de usuario, y especialmente, de páginas web.
De hecho, la primera mitad de la película resulta más interesante que la segunda, en la que toman mayor protagonismo las escenas de acción; con todo, esa segunda mitad más comercial no consigue estropear el conjunto, cosa que sí ocurre en otros remakes como La Guerra de los Mundos o Soy Leyenda.
Desde que empezaron a tomar protagonismo los efectos digitales en el cine y, especialmente, los actores virtuales, nos hemos preguntado en qué momento estos superarían a sus homólogos de carne y hueso. Pues bien, parece que el momento ha llegado, si bien es cierto que en este caso el protagonista digital no es humano sino un chimpancé (de nombre César) que, gracias a una tecnología bien utilizada, consigue una interpretación emocionante que destaca por encima de la de los protagonistas humanos.
Además, los guiños a la película a la que preceden son sutiles: el protagonista jugando con una pequeña réplica de la Estatua de la Libertad; una televisión en segundo plano que está mostrando el lanzamiento de la misión espacial en la que viajan los protagonistas de la primera película; etc. Es posible incluso que los responsables del título de la película (y de los tráilers) le haya hecho un flaco favor al querer “vender” algo que la película no es: el que resulte ser el origen del Planeta de los Simios no es el interés principal de la historia, sino un detalle casi anecdótico.
Así que, independientemente de que seas un fan o no de la película original, o de los efectos digitales, te recomiendo que la veas porque es una historia que merece la pena por sí misma. Ahora sólo cabe preguntarse: ¿veremos algún día a un actor digital nominado para un Oscar?