El popular cómico Tim Minchin fue invitado a dar un discurso en la ceremonia de graduación de la UWA (University of Western Australia) en 2013. Me ha parecido que merecía la pena extraer y adaptar su contenido para ponerlo por escrito porque creo que, lejos de ser el típico alegato a favor del esfuerzo y de perseguir los sueños (que tanto sufrimos en forma de textos de autoayuda y/o para emprendedores) tiene un contenido real y práctico que puede servir para, al menos, hacernos pensar unos momentos.
Que lo disfrutéis.
Discurso de Tim Minchin
En tiempos más oscuros hice una actuación dentro de un evento para una gran empresa que creaba y vendía software para contabilidad. En un intento, supongo, de inspirar a sus vendedores metas más altas habían pagado doce de los grandes a un “conferenciante inspirador”, que era ese tío de deporte extremo que perdió un par de extremidades por congelación al quedar atrapado en el saliente de alguna montaña.
Fue muy raro.
Yo creo que los vendedores de software deberían escuchar a alguien que haya tenido una larga y exitosa carrera vendiendo software, no a un ex-montañero excesivamente optimista. Algún pobre tipo que llegara por la mañana esperando aprender más sobre técnicas para mejorar sus ventas acabó volviendo a casa preocupado por el flujo sanguíneo en sus extremidades.
Eso no es inspirador; es confuso.
Y si la montaña supuestamente era un símbolo de los retos de la vida, y la pérdida de extremidades una metáfora del sacrificio, el tío del software no lo va a pillar, ¿verdad? Porque no tiene una carrera de letras, ¿verdad? Pues debería. Las carreras de letras son asombrosas, y te ayudan a encontrar un significado cuando no hay ninguno.
Y dejadme que os lo asegure: no hay ninguno. No vayáis a buscarlo. Buscar significado es como buscar la rima en un libro de cocina: no la vas a encontrar y vas a fastidiar el soufflé (si no os ha gustado esa metáfora tampoco os va a gustar el resto).
La cuestión es que no soy un conferenciante inspirador: nunca he perdido una extremidad en la ladera de una montaña (ni metaforicamente ni de otra forma). Y desde luego no estoy aquí para dar consejos sobre vuestra carrera, porque… bueno, yo nunca he tenido lo que la mayoría consideraría un trabajo. Sin embargo, sí he tenido numerosos grupos de personas escuchando lo que decía durante bastantes años ya y eso me hecho tener un ego excesivamente inflado.
Así que ahora, a la oportuna edad de 37,9, os ofreceré nueve lecciones para la vida (por similitud, por supuesto, con las nueve lecciones y villancicos tradicionales de Navidad, que tampoco son muy claros). Puede que encontréis algo de esto inspirador, algo aburrido, y definitivamente vais a olvidarlo todo dentro de una semana. Y os advierto: habrá muchos símiles cursis y oscuros aforismos que empiezan bien pero terminan sin tener ningún sentido. Así que escuchad bien, u os perderéis igual que un ciego dando palmadas en una farmacia intentando eco-localizar el líquido para las lentillas.
Allá vamos. ¿Preparados?
1. No es obligatorio tener un sueño.
Los americanos en los concursos de talentos siempre hablan de sus sueños. Bueno, si tenéis algo con lo que siempre habéis soñado de corazón, ¡id a por ello! Después de todo, es algo que hacer con vuestro tiempo: perseguir un sueño. Y si es uno suficientemente grande, os va a llevar la mayor parte de vuestra vida alcanzarlo, así que para cuando lo consigáis y estéis observando el abismo de la falta de sentido de vuestro logro, estaréis casi muertos, así que no importará.
Yo nunca tuve realmente uno de esos grandes sueños, así que soy partidario de dedicarse apasionadamente a la persecución de objetivos a corto plazo. Sed micro-ambiciosos. Agachad la cabeza y trabajad con orgullo en lo que sea que tengáis delante; nunca sabes dónde puedes acabar. Sólo tened en cuenta que el próximo objetivo que merezca la pena probablemente aparecerá en la periferia, que es por lo que deberíais tener cuidado con los sueños a largo plazo: si miráis demasiado lejos hacia adelante, no veréis esa cosa brillante con el rabillo del ojo.
2. No busquéis la felicidad.
La felicidad es como un orgasmo: si piensas demasiado en ello, desaparece.
Manteneos ocupados, intentad hacer a alguien feliz, y puede que os llegue también un poco de felicidad como efecto secundario. No evolucionamos para estar permanentemente satisfechos; a los australopithecus afarensis satisfechos se los comieron antes de que transmitieran sus genes.
3. Recordad: todo es suerte.
Tenéis suerte de estar aquí. Fuisteis incalculablemente afortunados por haber nacido, e increíblemente afortunados por haber sido criados en una buena familia que ayudó a que tuviérais una educación y os animó a ir a la universidad.
O, si naciste en una familia horrible, entonces mala suerte y tienes mi simpatía, pero aun así eres afortunado. Afortunado porque resultaste estar hecho del tipo de ADN que fabrica el tipo de cerebro que, al sufrir un entorno infantil horrible, toma decisiones que te llevaron, finalmente, a graduarte en la universidad. Bien hecho por arrastrarte a ti mismo por los cordones de los zapatos, pero has tenido suerte. No has creado la parte de ti que te arrastró; ni siquiera tus cordones.
Supongo que yo trabajé duro para conseguir los dudosos logros que he alcanzado, pero yo no creé la parte de mí que me hace trabajar duro, como tampoco creé la parte de mí que comió demasiadas hamburguesas en vez de ir a clase mientras estuve aquí en la UWA. Comprender que en realidad no puedes atribuirte el mérito de tus éxitos ni tampoco culpar a otros de sus fracasos, te hará humilde y más compasivo. La empatía es algo intuitivo, pero también es algo que puedes trabajar intelectualmente.
4. Haced ejercicio.
Lo siento, pálidos fumadores graduados en filosofía que arqueáis vuestras cejas en una curva cartesiana mientras veis a la muchedumbre en movimiento serpenteando a través de los minúsculos conos de tráfico de su existencia: vosotros estáis equivocados y ellos tienen razón.
Bueno, tenéis razón a medias. Pensáis, luego existís; pero también: corréis, luego dormís bien, luego no estáis sobrecogidos por una angustia existencial. No podéis ser Kant, y tampoco queréis serlo.
Haced deporte, haced yoga, levantad pesas, corred, lo que sea, pero cuidad vuestro cuerpo: lo vais a necesitar. La mayoría de vosotros va a vivir casi cien años, e incluso el más pobre de vosotros alcanzará un nivel de riqueza que la mayoría de humanos a lo largo de la historia ni siquiera podría haber soñado. Y esta larga y lujosa vida que tenéis por delante ¡va a hacer que os deprimáis! ¡Pero no desesperéis! Hay una correlación inversa entre depresión y ejercicio. Hacedlo. Corred, mis bellos intelectuales, corred.
5. Sed severos con vuestras opiniones.
Un famoso dicho afirma que las opiniones son como los agujeros del culo porque todo el mundo tiene una. Eso encierra una gran sabiduría, pero yo añadiría que las opiniones difieren significativamente de los agujeros del culo porque las vuestras deberían ser constante y exhaustivamente examinadas.
Debemos pensar críticamente, y no sólo sobre las ideas de otros. Sed severos con vuestras creencias; sacadlas a la calle y pégadles con un bate de críquet. Sed rigurosos intelectualmente; identificad vuestros sesgos, vuestros prejuicios, vuestras preferencias. La mayoría de las discusiones sociales perduran por no saber reconocer los matices; tendemos a generar falsas dicotomías, tratando entonces de mantener una discusión usando dos conjuntos de suposiciones completamente diferentes, como dos jugadores de tenis tratando de ganar un partido dando bellos golpes perfectamente ejecutados desde extremos opuestos… de diferentes pistas de tenis.
Por cierto, ya que tengo enfrente de mí a graduados en ciencias y en letras: por favor, no cometáis el error de pensar que las letras y las ciencias son cosas opuestas. Esa es una idea reciente, estúpida y dañina. No tienes que ser acientífico para crear bello arte, para escribir cosas bonitas. Si necesitáis pruebas: Twain, Douglas Adams, Vonnegut, McEwan, Sagan, Shakespeare, Dickens… (para empezar).
No necesitas ser supersticioso para ser poeta. No necesitas odiar la manipulación genética para preocuparte por la belleza del planeta. No necesitas tener un alma para promover la compasión. La ciencia no es un cuerpo de conocimiento ni un sistema de creencias; es sólo un término que describe la adquisición incremental de conocimientos de la humanidad mediante la observación. La ciencia es asombrosa.
Las letras y las ciencias necesitan trabajar juntas para mejorar cómo se transmite el conocimiento. La idea de que muchos australianos (incluyendo nuestro nuevo primer ministro y primo lejano mío, Nick Minchin) crean que la ciencia detrás del calentamiento global antropogénico es discutible es un claro indicador de la magnitud de nuestro fracaso en la comunicación. El hecho de que el 30% de las personas de esta habitación se hayan enojado es todavía mayor evidencia. El hecho de que ese enojo tenga más que ver con la política que con la ciencia es incluso más desalentador.
6. Sed profesores.
Por favor, por favor, por favor: sed profesores.
Los profesores son las personas más admirables e importantes del mundo. No tenéis que hacerlo para siempre, pero si estáis en la duda de qué hacer, sed profesores increíbles, sólo mientras seáis veintañeros. Sed maestros de educación infantil, especialmente si eres un tío; necesitamos hombres maestros de educación infantil.
Incluso si no sois profesores, sed profesores: compartid vuestras ideas; no déis por hecha vuestra educación; disfrutad de lo que aprendéis, y difundidlo.
7. Definíos por lo que amáis.
Me he encontrado yo mismo hace poco haciendo esto: si alguien me pregunta qué tipo de música me gusta, digo “bueno, no escucho la radio porque la letra de la música pop me molesta”. O si alguien me pregunta que qué comida me gusta, digo “creo que el aceite de trufa se usa en exceso y es ligeramente desagradable”. Y lo veo constantemente en Internet: gente cuya idea de pertenecer a una subcultura es odiar a Coldplay, o el fútbol, o a las feministas, o al Partido Liberal.
Tenemos tendencia a definirnos en oposición a algo; como cómico me gano la vida con eso. Pero tratad de expresar también vuestra pasión por las cosas que os gustan: sed efusivos y generosos en vuestros elogios a aquellos que admiráis; mandad tarjetas de agradecimiento y dad ovaciones en pie. Sed pro-algo, no sólo anti-algo.
8. Respetad a la gente con menos poder que vosotros.
En el pasado he tomado decisiones importantes sobre la gente con la que trabajo (agentes y productores) basándome en gran medida en cómo tratan a los camareros en los restaurantes en los que nos reuníamos. No me importa si eres el gato más poderoso en la habitación: te juzgaré por cómo trates a los que tienen menos poder. Que lo sepas.
9. No tengáis prisa.
No necesitas saber ya lo que vas a hacer con el resto de tu vida. No digo que os quedéis fumando porros todo el día, pero tampoco entréis en pánico. La mayoría de la gente que conozco que estaba segura del camino a seguir a los 20 años, ahora tiene una crisis de mediana edad.
Dije al principio de esta divagación que la vida no tiene sentido. No era una afirmación superficial; creo que es absurda la idea de buscar un sentido en el conjunto de circunstancias que casualmente existen después de 13,8 miles de millones de años de eventos sin rumbo. Dejad que los humanos piensen que el universo tiene un propósito para ellos.
Sin embargo, no soy un nihilista. Ni siquiera soy un cínico. Soy, de hecho, más bien romántico. Y ésta es mi idea de romanticismo: pronto estaréis muertos. La vida a veces parecerá larga y difícil y… ¡dios!, agotadora. Y a veces estarás feliz y a veces triste. Y después estarás viejo. Y después estarás muerto. Hay sólo una cosa sensata que hacer con esta existencia vacía, y es llenarla.
Y en mi opinión (hasta que la cambie), la mejor forma de llenar la vida es aprendiendo todo lo que puedas sobre todas las cosas que puedas; estar orgulloso de lo que sea que hagas; siendo compasivo; compartiendo ideas; corriendo; siendo entusiasta. Y también está el amor, viajar, el vino, el sexo, el arte, los niños, regalar, escalar montañas,… pero todo eso ya lo sabéis.
Es algo increíblemente excitante esta vida vuestra, única y sin sentido.
Buena suerte, y gracias por esta oportunidad.
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