Ocurre a veces. Después de estudiar en detalle una aplicación o un sitio web para entender bien cómo funciona y cuál es su propósito, pasas a proponer un prototipo o un rediseño de las páginas o pantallas con el loable objetivo de que sea más inteligible y fácil de usar para sus usuarios. Y entonces, alguien (habitualmente responsable del producto) dice algo parecido a esto:
- “Bueno… Tampoco hace falta que sea tan sencillo”.
- “Nuestros usuarios no son tontos; ya saben algo del tema”.
- “Es que hacen falta unos conocimientos mínimos para usar esto”.
- “No pretendemos que cualquiera pueda usar nuestro producto”.
Ante lo cual tú, que eres el “experto” en estas cosas, puedes reaccionar de dos modos: o te agarras a tu autoridad y a la máxima de hacer las cosas lo más sencillas posibles, e intentas que se tengan en cuenta tus sugerencias; o bien sufres una crisis de fe y te preguntas si realmente es necesario hacerlo todo tan sencillo, o hasta dónde tenemos que llevar aquello de “No me hagas pensar” del libro de Steve Krug.
Pues bien: en esos momentos de duda existencial viene al rescate un experimento realizado a finales de los 90 por los psicólogos de la Universidad de Iowa, Baba Shiv y Alexander Fedorikhin.
El experimento
Los estudiantes participantes en el experimento fueron divididos en dos grupos: a uno de ellos se les pedía que recordasen un número de dos dígitos, mientras que en el otro grupo debían recordar un número de siete dígitos. Durante el experimento, unos y otros podían elegir entre un trozo de tarta de chocolate o una ensalada de fruta en lo que se les decía que era un obsequio por su participación aunque, en realidad, esa elección formaba parte del experimento, porque lo que realmente se estaba estudiando es si había alguna diferencia entre ambos grupos a la hora de elegir entre la opción más racional y sana (la fruta), o la más impulsiva y placentera (el chocolate).
Bueno para ti
Malo para ti
“Qué estupidez”, puede pensar uno. “¿Por qué va a haber alguna diferencia?”. Pues la hubo, y bastante significativa. Al estudiar los resultados del experimento, se dieron cuenta de que los sujetos que habían realizado la tarea que exigía más concentración (recordar el número de 7 dígitos) elegían el pastel de chocolate en un porcentaje mucho mayor que aquellos que habían realizado la tarea que requería menor esfuerzo mental (recordar el número de 2 dígitos).
La explicación que dan los autores es tan sencilla como impactante: la elección del chocolate es, habitualmente, la más fácil (la que te “pide el cuerpo”) y la que harías sin pensar; en cambio, optar por la fruta requiere el esfuerzo de pensar que es la opción más sana, y que no te conviene dejarte llevar por la atracción del chocolate. Pues bien: ese recurso que tiene nuestra mente de concentrarse en una tarea o decisión es tan escaso que los sujetos del grupo de siete dígitos lo habían agotado significativamente más que los del grupo de dos dígitos y elegían, por tanto, la opción fácil.
Otros autores han publicado modelos que apoyan ese resultado. Daniel Kahneman (psicólogo y ganador del Nobel de Economía), en su popular libro “Thinking, Fast and Slow”, habla de dos sistemas que conviven en nuestra mente:
- Sistema 1, rápido, intuitivo, y emocional; funciona casi automáticamente, consume muy pocos recursos y nos da resultados buenos la mayor parte de las veces.
- Sistema 2, más lento, más racional; tenemos que usarlo de manera deliberada y es un recurso limitado.
Podríamos decir entonces que los sujetos del experimento utilizaban el sistema 1 para recordar dos dígitos (es algo que prácticamente se hace de manera inconsciente), pero necesitaban el sistema 2 para los siete dígitos (tienes que concentrarte y “obligarte” a recordarlo). Eso sí: usar el sistema 2 tiene su coste, así que si lo utilizas para una tarea, luego estará menos disponible.
Cada pequeño esfuerzo cuenta
Conclusión: la respuesta a la pregunta original es: sí, merece la pena simplificar las interfaces y evitar que el usuario tenga que tomar decisiones innecesarias, porque cada pequeño esfuerzo mental que necesite hacer va a consumir un recurso muy escaso, y puede hacer que al final, simplemente, abandone la tarea.
Y sí, ahora es el momento de plantearte si, después de usar tu web, un usuario elegiría la tarta de chocolate o la ensalada de fruta.
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Genial el experimento. No lo conocía. Gracias por compartirlo.
Me recuerda al de la rana en agua caliente, que como iban subiendo la temperatura muy de a poco ella moría antes de darse cuenta. En nuestro caso los usuarios abandonan el sitio web, lo que eventualmente “matará” el empleo de alguien o el negocio de ese cliente que no creía que fuera tan crítica nuestra tarea.
Saludos.
El problemas es que no podemos entrar en la psique del individuo. Sin conocer el estudio , si me preguntaras ¿por que los de 7 dígitos eligieron chocolate? Yo pensaría que fue porque al hacer un esfuerzo mayor, pensaron que merecían una recompensa mayor. Los de 2 dígitos, probablemente avergonzados, pensaron que la fruta era suficiente.
El obtener resultados de un estudio de este tipo, no es sencillo.
En el caso de la tecnologia, siempre apoyo por que los sistemas sean lo mas sencillos posible. El usuario se va a equivocar, eso es un hecho, pero debes minimizar sus errores y su impacto.
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