Una definición involuntaria de usabilidad

En uno de sus artículos en el blog de Dilbert, Scott Adams describía las características (no demasiado agradables) de una habitación de hotel en la que se había alojado. Y en lo que se refiere al aparato de calefacción/aire acondicionado,…

En uno de sus artículos en el blog de Dilbert, Scott Adams describía las características (no demasiado agradables) de una habitación de hotel en la que se había alojado. Y en lo que se refiere al aparato de calefacción/aire acondicionado, escribía (traducción más o menos literal del inglés):

Permitidme que divague por un momento. ¿Existe algún motivo real por el que un termostato necesite tener un ajuste para “calor” y “frío”, y ADEMÁS un botón para establecer la temperatura deseada? ¿Por qué @$!& no puedo simplemente indicar la temperatura que quiero y dejar que el maldito termostato decida por sí solo si necesita calor o frío para conseguir ese objetivo? ¿Tan difícil es?

Lógico, ¿no? Me pareció un ejemplo perfecto (sin pretenderlo) de lo que es la usabilidad: hacer las cosas más fáciles de utilizar; ¿por qué tener dos controles cuando el sistema es más fácil de entender y usar con uno? Valga para todos esos lectores o amigos (o incluso ambas cosas a la vez) que preguntan “entonces, eso de la usabilidad, ¿qué es exactamente?“.

Puede que el término “usabilidad” sea uno de esos cuya definición (definición oficiosa, ya que la RAE no reconoce dicho término) es tan simple que resulta difícil entender a qué se refiere exactamente.

Coloquialmente, la usabilidad de un sistema se refiere a la facilidad para entenderlo y usarlo. Así de simple. La primera reacción al escucharla por primera vez es, probablemente, de sorpresa: “¿es necesaria una disciplina que se dedique a conseguir que los sistemas sean fáciles de usar? ¿No es un objetivo que se da por supuesto cuando se diseña?”.

Sí, debería ser así. Pero a poco que pensemos en los objetos y aparatos que usamos diariamente nos damos cuenta de que muchos no parecen pensados para ser “fáciles de usar”. No me estoy refiriendo únicamente a páginas web (que es el ámbito en que la usabilidad parece ser más utilizada); hay muchos otros ejemplos, y uno era el que encabeza este artículo.

Los motivos por los que la “facilidad de uso” está cobrando tanto renombre en el ámbito del diseño web como para merecer la utilización de un neologismo como “usabilidad” puede que merezcan una reflexión (léase “artículo”).

ADVERTENCIA: una vez que empiezas a pensar en ese tipo de cosas, no dejas de ver ejemplos por doquier: en el vídeo doméstico, en el cajero del aparcamiento, … Y luego es difícil parar 🙂

2 thoughts on “Una definición involuntaria de usabilidad

  1. Andreu Beltran

    Otro ejemplo aún aparentemente más simple: la botonera del ascensor.

    Con lo fácil que sería poner en el botón de planta baja el número cero, que en el contexto (debajo de una columna de números) sería comprensible en cualquier idioma, vemos “B”, o “PB” en español, “G” o “GF” en aparatos ingleses y un largo etcétera.

    Ello sin tener en cuenta el tamaño de los caracteres y su color sobre el fondo del botón, en muchos casos invisible para personas que deben llevar gafas.

    Y en lo referente a la disposición en columnas, si hay más de una, la (no) separación de los botones “especiales” como el de parada, apertura de puertas, timbre de alarma…

    Acabo para no convertir el comentario en otro artículo. No es mi intención hacerle la competencia al autor.

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